A menudo cuando tomamos la decisión de dimitir después de haberlo meditado durante un tiempo, es difícil sentarte delante de tu jefe para darle la noticia. Y a veces no somos del todo sinceros cuando nos preguntan las razones de nuestro abandono.
Nos han dicho que no nos cerremos puertas, que tenemos que llevarnos bien con todo el mundo, que igual la empresa que dejas es tu cliente en tu próximo reto profesional… Y este comportamiento, mal que pese, nos lleva a echar balones fuera, a decir que nos vamos porque queremos estudiar un máster o escribir un libro (como si eso fuese incompatible con trabajar), porque nos vamos a vivir a Londres, porque necesitamos un año sabático para viajar por el mundo o simplemente porque nos ofrecen un sueldo más alto, condiciones laborales superiores (coche de empresa, mejores herramientas para trabajar, un bono a final de año o un variable según se consigan los objetivos…) o beneficios sociales como seguro médico, cheques para comida o ayuda para el transporte, entre otros.
Muchas veces, estos motivos son la pura verdad. Sin embargo, otras veces son razones que encubren los verdaderos porqués.
1.- Mi trabajo no me gusta. Me han vendido tan bien el puesto de trabajo en la entrevista que estoy entusiasmado por empezar a trabajar. Pero una vez dentro y pasados un par de meses, me he dado cuenta de que no se corresponde con lo que me dijeron o no es lo que buscaba.
En estos casos, en lugar de tomar la decisión de abandonar la empresa, yo recomendaría pedir un cambio de departamento. Es una solución que puede funcionar siempre y cuando exista esa posibilidad y sea bien recibida por los superiores.
2.- No aguanto a mi jefe. Aún hoy parece mentira que sigamos encontrando ese perfil de jefe con un ego descomunal que lo único que hace es restar en lugar de aportar valor al negocio.
El rol del líder del siglo XXI debe entenderse como una figura que inspire, que dé ejemplo, que empodere a los miembros de su equipo, que facilite el trabajo, que esté orientado a la acción, humilde, analítico con la gestión y dirección de la empresa, reflexivo para perfeccionar su propio juicio y con relaciones basadas en la confianza, la colaboración y el respecto.
3.- Hay muy mal ambiente, desorganización y tengo compañeros tóxicos. Esta situación, además de ser muy desagradable, desencadena un malestar continuo y generalizado que provoca una bajada de productividad enorme.
Por eso debemos generar un entorno adecuado para que surja la cooperación y la camaradería necesarias para desarrollar un buen trabajo en equipo, además de organizar y ordenar las tareas. La resolución de conflictos cobra especial importancia en este sentido, ya que atajamos los problemas de raíz (sobre todo los que son críticos) permitiendo un buen desempeño diario.
4.- Quiero aprender, pero no me dan formación. Y, por las condiciones de mi trabajo y mi vida personal, tampoco tengo tiempo material para formarme fuera de mi horario laboral.
La formación que el trabajador aporta cuando se incorpora a la empresa y la que puede ir aprendiendo de forma general (cursando estudios a distancia, por ejemplo), a veces no es viable por la situación particular de cada uno y, además, no es suficiente. Cómo atender a los clientes, cómo argumentar una venta, comunicación asertiva en las reclamaciones… Son aspectos que se pueden aprender con formación externa (aunque no en todos los casos), pero faltaría el toque personal de la empresa para hacer las cosas de la manera específica requerida a nivel interno.
5.- No me siento identificado con la cultura de la empresa. Los valores de la empresa, su filosofía, su forma de hacer las cosas… Quizá el entorno es demasiado elitista para ti y tus compañeros te miran por encima del hombro, el espacio de trabajo es diáfano y, por tanto, no te concentras o no tienes la privacidad que esperabas, igual tu jefe es demasiado inaccesible porque está todo el día encerrado en su despacho o te gustaría mantener un trato más flexible y honesto con los clientes.
Estos detalles pasan desapercibidos en muchos procesos de selección y, sin embrago, es vital que el trabajador esté alineado con la cultura corporativa.
6.- No hay un rumbo estratégico definido. No hacemos nada de manera diferente a nuestra competencia, lo único que hacemos es copiar lo que hacen los demás sin tener una identidad y personalidad propias.
Saber identificar una oportunidad para ser diferentes y explotarla, es lo que nos dará la posibilidad de tener mayores garantías de éxito porque tendremos una forma única de aportar valor al cliente.
7.- El puesto se me ha quedado pequeño y me aburro. Podría asumir más carga de trabajo y más responsabilidades, pero no me dan la oportunidad de ascender porque prefieren incorporar a alguien de fuera.
A veces no nos damos cuenta de que el trabajador que ya tenemos contratado puede aportar incluso más que una nueva incorporación. Por eso es conveniente pedir periódicamente una actualización del CV de todos nuestros colaboradores (donde encontraremos información relevante sobre nuevos programas de formación a los que han asistido, ponencias de temas que les resultan interesantes, su nueva faceta como docente o escritor…) o mantener reuniones para averiguar capacidades, intereses y motivaciones a largo plazo. De esta forma identificaremos nuevas áreas del negocio en las que pueden participar o tenerles en cuenta para una posible vacante de nivel superior.
8.- No me siento realizado con mi trabajo. Necesito algo más. Nuevos retos, emprender dentro de la empresa, una experiencia internacional, participar en proyectos de RSC…
Hay muchos trabajadores que, lejos de conformarse con un trabajo monótono (aunque sea clave para la empresa), buscan un aliciente extra que les haga sentir que su trabajo es importante. Tener la posibilidad de mejorar aquello que está mal, participar en mejoras para corregir problemas que se repiten cada día, aportar ideas para optimizar cualquier aspecto o incluso desarrollar proyectos independientes orientados a la innovación para explotar nuevas oportunidades de negocio, son ejemplos de iniciativas que se pueden poner en marcha.
9.- No hay comunicación. Vamos a trabajar, pero no sabemos por qué (además de para ganar un sueldo todos los meses) ni para qué.
A nivel corporativo, debemos hacer partícipes a los trabajadores de las metas que persigue la empresa, las prioridades, objetivos que se han conseguido, a dónde queremos llegar… es básico para darle sentido a nuestra permanencia en la empresa. Y a nivel individual, debemos reconocer los logros e hitos que se van cumpliendo gracias al trabajo diario.
10.- No hay flexibilidad. Cuando me quedo dos horas más, no tengo posibilidad de recuperarlo y tampoco me pagan las horas extra. Me ponen mala cara si tengo que salir antes por un tema personal y no se busca un equilibrio de la vida laboral con la vida personal.
Establecer un horario de trabajo flexible sería la solución a este problema (siempre y cuando sea posible según el puesto de trabajo y tipo de actividad). Si pensamos por ejemplo en un trabajo de oficina con una carga de trabajo puntual en el día de hoy, es justo que el trabajador pueda salir antes otro día que tenga menos trabajo. Así que, además de actuar de manera justa, estaremos siendo tolerantes con su forma de organizarse, confiando en su responsabilidad sobre las tareas asignadas.
Por tanto, si quieres descubrir los verdaderos motivos y saber por qué los miembros de tu equipo no duran ni un año en el puesto, son fundamentales ciertas herramientas como las encuestas anónimas de clima laboral o una entrevista de salida exhaustiva.
No obstante, lo mejor es evitar la rotación del equipo empezando por una descripción detallada y real del puesto y realizando una adecuada selección de personal. Al fin y al cabo, si sabes que tu empresa tiene horario flexible, el ambiente es excepcional, hay beneficios sociales y mantiene una cultura orientada al cliente o la mejora continua de sus procesos internos, por poner un ejemplo, díselo al candidato para captar su atención desde el principio. Aquél que no se sienta identificado con el puesto, se autoexcluirá del proceso de selección.
Estas son algunas razones encubiertas, pero… ¿crees que puede haber más?
Muy interesante el articulo, me identifico con algunos puntos. Estoy en ese punto de mi vida en que siento que no encajo.
Muchos nos hemos sentido así en algún momento de nuestra vida profesional. ¡Y no sólo una vez! ha sido en varias ocasiones.
Hay una frase que me encanta porque hace que tomes acción sobre aquello que no te gusta: take it, leave it or change it.
Take it significa que has asumido que la empresa es así y decides quedarte a pesar de tu malestar.
Leave it implica que has decidido irte porque permanecer en esa empresa te está afectando negativamente. ¡Pero ojo! si decides marcharte, hazlo con coco. Ten ya asegurada la incorporación en otro proyecto ajeno o propio,
Change it conlleva que manifiestes cambios, mejoras que consideras relevantes, un rumbo estratégico, otra mentalidad… No obstante, lo cambios son muy difíciles y sólo ocurren cuando la alta dirección coincide con tus planteamientos.
Estos tres puntos te ayudan a tomar una decisión un poco más madurada. Una decisión que no es fácil pero que debes llevar a cabo.
¡Espero haberte ayudado! ¡Y suerte en tu camino!
Gracias por el artículo. Lamentablemente identifico varias de esas razones en mi actual puesto de trabajo, por ello llevo meses en búsqueda activa. Espero encontrar un puesto que me motive y entusiasme pronto. Un saludo
Gracias por tu comentario Moyra. Sí, la verdad es que podemos encontrar varias de estas razones en algunas empresas y no sólo una, por desgracia. ¡Espero que encuentres pronto tu camino!
Me pareció muy interesante el artículo, comparto muchas de esas ideas e intento ponerlas en marcha en mi puesto de trabajo, aunque no siempre es fácil hacerlo.
Exacto Claudia, no siempre es fácil porque es la Dirección General la que debe apoyar e involucrarse directamente en ponerlo en marcha (los cambios sólo suceden desde arriba, con la alta dirección a la cabeza del movimiento).
Esta mentalidad enfocada en la gestión estratégica del capital humano solucionaría, por ejemplo, los cuatro primeros puntos, implantando un programa de formación continua y entrenamiento de líderes con base en el desarrollo organizativo; los puntos 5 y 6, definiendo y promoviendo una cultura corporativa con fuertes valores que atraigan al mejor talento; y los últimos puntos, motivando a los equipos con ciertas iniciativas que mejoren su compromiso y desempeño.
Invertir en estos 4 pilares (la gestión del conocimiento, el entrenamiento, una cultura atractiva y la motivación de los equipos), debe ser considerado como algo estratégico ya que mejora la ventaja competitiva de la empresa.
¡Muchas gracias por tu comentario! Y ánimo, seguro que lo consigues.
10 excelentes observaciones.
¡Muchas gracias!