Envidia

VERUCA-SALT-2Cuando el profesor Carlos Castilla del Pino [1] define la envidia como una forma de comportamiento, siento el obscuro deseo de rebelarme. Si el envidioso tiene una conducta conceptual, una forma de comportarse en que basa su mediocridad cuando critica a su envidiado, yo necesito chillar, patalear y hasta lloriquear si es necesario.

Todo para liberar la rabia que me despierta este tipo de conducta. Sobre todo, por el hecho de que la aceptemos, la demos por válida y hasta convivamos diariamente con envidiosos y envidiosas que acampan a sus anchas en nuestro entorno de familia, de amigos y de compañeros de trabajo. Acampan por que somos incapaces de enfrentarlos, no cambian por que además de reírles su error, a veces son elogiados. En su lucha sin tregua por hacerse con aquello que envidian pueden usurpar un terreno que no es suyo, separando amigos, cubriendo un puesto no vacante o escalando la fortuna del cariño familiar.

Sí, lo sé. Ahora nadie es envidioso y todos rechazamos a los que envidian sentimientos ajenos, trabajo ajeno y pareja ajena. Acaso, ¿No estamos aceptando hasta el punto en que hemos aprendido a convivir con la envidia sin inmutarnos? ¿Podemos estar educando hijos envidiosos favoreciendo una conducta que puede convertirse en plaga?

Érase una vez … el envidioso del cuento

 En la adaptación cinematográfica del cuento de Roal Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate la consentida Veruca Salt acaba en la basura con la compañía de sus padres. En los cuentos de los hermanos Grimm, las fábulas de Perrault o en los guiones aprobados por Disney, las madrastras, hermanastros, consejeros, ayudantes y demás familiares y conocidos maléficos nunca sobreviven al término de la historia.

 Los envidiosos de los cuentos tienen un final drástico. Son devorados por las llamas, lanzados por barrancos o mimetizados en basura. No hace falta copiar la idea al pie de la letra, sólo es necesario, entender el mensaje. Contra el envidioso,  rechazo, nunca aceptación. Contra la envidia, confrontación, nunca asimilación.

 Envidia laboral.

Cuando en la vida laboral, asistimos a un ascenso sin trayectoria profesional, una contratación con apellido reconocido, o aún peor, un ascenso que implica un descenso o bien una contratación que provoca un despido con posibilidad de conciliación laboral, hay algo que no nos cuadra.

Como aderezo podemos añadir los comentarios despreciativos a la contratación de un familiar a pesar de su talento profesional o las críticas a las promociones internas con comprobado curriculum.

La envidia laboral se mide en las miradas de soslayo y en los comentarios perniciosos. Se oculta tras los halagos lisonjeros y se reparte sin medida si no hay nadie que lo remedie.

Las empresas deberían invertir en Cursos para prevención de envidiosos. Y nada de ser optativos. Mejor, obligatorios y durante la jornada laboral.

 Envidia familiar

Todos, en mayor o menor medida, odiamos las reuniones familiares. ¿El motivo? La envidia. Si durante esas reuniones nos dedicáramos a querernos, cuidarnos, protegernos sin miedo a la incapacidad de aceptación  de cada persona con sus debilidades y faltas, nunca debería prevalecer la envidia familiar.

En la dura competición familiar por sobresalir, nuestro carácter envidioso nos hace rebelar que nuestro coche, nuestra pareja, nuestro empleo no tiene rival.

La envidia nunca es sana. Para sana, la manzana. Nunca la envidia torticera. La envidia se quedará para el malo del cuento, para el trabajador irresponsable y el familiar insoportable. Si no saben enmendarse, ¿a quién le importa su final?

[1] La envidia Carlos Castilla del Pino, Alianza Editorial, 1994 160 p. ISBN 9788420627762
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Acerca de Sonia Salmerón

Licenciada en Ciencias de lnformación. (Periodismo) UCM. Doctorado en Lenguajes , tradiciones y modelos de comunicación. Redactora en medios de comunicación (prensa, radio, televisión)

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