El Trayecto Correcto (La Travesía II)

A veces piensas que algo no estás haciendo bien cuando pasan los meses y sigues sin trabajar. Como comenté anteriormente en la primera parte de este blog, hay gente que piensa que le va a caer el trabajo del cielo o que no lo necesita. También he comentado que gracias (o por culpa de) las ayudas gubernamentales a la gente necesitada, hay personas que se aprovechan de ello y eso les vale para sobrevivir (que no vivir) sin tener que currar en toda su vida. Dejando aparte el tema sobre cómo se utilizan nuestros impuestos y qué mensaje se manda o qué se incentiva desde el gobierno, me centro en el individuo, ¿de verdad te vale solo con sobrevivir? “Sí, si curran otros por mí”, fue la respuesta que me dio uno de ellos.

Yo tengo la conciencia tranquila, me estoy moviendo y preparándome ahora que tengo tiempo. Sí, es verdad que no aceptaré cualquier cosa, no estoy en una situación en la que tenga que aceptar un trabajo mal remunerado en un sitio que no me gusta, donde encima haga muchas horas y acabe agotado… al menos de momento.

Encuentros inesperados

El tiempo va pasando durante tu travesía buscando empleo. Y aprendes de todo. Te das cuenta de que te vas conociendo mejor a ti mismo. Aprendes a hacer cosas que no hacías, a valorar mejor el tiempo, a reciclarte, a fijarte mejor en detalles que antes pasabas por alto. Una de las cosas que más me ha llamado la atención es la gente, no siempre disponemos del tiempo para pararte a conocer mejor a los que te rodean. En esta situación que me encuentro te detienes a conocer tanto a las personas que antes veías menos tiempo y a otras nuevas que te vas encontrando (aunque muchos sean a través de emails y mensajes en el chat de Linkedin). Ves que hay mucha más gente que se preocupa por ti de la que tú creías, incluso gente que acabas de conocer, con una gran empatía que pensabas que solo existía en las películas de Frank Capra (el director de “Qué bello es vivir”). También valoras a quien te tienes que quitar de en medio entre todas esas personas que antes estaban cerca de ti por tu trabajo. Y, por supuesto, a quien tienes que seguir conservando cerca.

Comienzas a fijarte en la situación de cada persona que conoces, su trabajo, su vida. Hay de todo en este mundo, por ejemplo, gente que gana mucho y lo puede gastar, de hecho lo hace. Pero también hay gente que gana mucho y no invitan ni a agua del grifo. Hay quien no tiene dinero por mucho que curre, y quien no tiene, trabajando lo mismo que el otro, pero por la mala vida que lleva. Hay quien no quiere y hay quien no puede. Hay quien se queja de lo mal que está el trabajo en este país, pero no buscan empleo, es más, alguien les ofrece un puesto y lo rechazan. Hay gente generosa tenga o no tenga dinero. Existen los que se alegran de que hayas perdido tu trabajo porque te ven más en algún bar, igual que existe gente que te pregunta cómo lo llevas cada vez que te ve estés donde estés.

En cuanto a esa gente nueva que te encuentras, que no hubieras conocido si no te despiden, hay gratas sorpresas, desde el que te dice que escribes bien, el que te da consejos para encontrar trabajo e, incluso, quien te enseña a operar con criptomonedas… Todos con su buena fe, porque están seguros de que una cosa u otra te puede venir bien. Por supuesto, también te encuentras a gente que le importa una mierda tu situación y que su consejo es que mandes el CV a otro lado lejos de él. Lo bueno es que puedes elegir con quien seguir hablando y quien no.

Recuperando el rumbo a pesar de la espina

Sigues con días mejores y otros peores, pero en mi caso, la falta de tiempo actual hace que no piense mucho y me pueda volver a deprimir. Y continúas en tu búsqueda sin dejar de asistir a las clases, hacer los deberes en casa, enviar currículums, buscar ofertas, preparar entrevistas, mantener el contacto con la gente… siempre con el objetivo en mente, encontrar un trabajo. Me olvido de parásitos, de malas influencias, del tiempo perdido, de las dificultades, del golpe inicial y voy a ello. Solo me queda una espina clavada mientras camino siguiendo el rumbo fijado hacia conseguir un empleo: cuando lo encuentre, ¿no puedo elegir a dónde van mis impuestos?

Compártelo!

Acerca de Javier Miranda

Javier J. Miranda (Madrid, 1972) trabajó durante más de 20 años como creador de contenidos en Nintendo. Se define como un contador de historias en el formato que sea, lo que le ha llevado a escribir libros, dirigir una película y crear un videojuego. Dicen que le queda entrar en el mundo del comic, pero él asegura que, antes de realizar una novela gráfica, debe terminar la trilogía sobre el pueblo maldito, Vidal de la fuente, en la que está enfrascado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *