Una Piedra en Mitad de la Travesía

Escatológicamente hablando

Sigo buscando curro, pero me he tropezado con una piedra en el camino. A ver cómo lo explico, no es del todo fácil, de hecho, creo que debes dejar de leer. En serio, esto no te va a gustar. El título hace referencia a la definición del diccionario que tiene que ver con excrementos, no al conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba. Estás avisado si sigues. Sé que no me crees, puede que hasta que me conozcas y pienses, no es capaz de tal cosa… olvídate de todo lo que sabes de mí, y si no me conoces, con más razón, de verdad, deja de leer o al menos pasa al siguiente apartado titulado “Antecedentes.

Si has llegado hasta aquí ya sabes que no voy a cortarme en lo que voy a relatar, si de verdad no me has creído, deja de leer ya. ¿Por qué sigo escribiendo si nadie debería seguir leyendo en este punto? Porque hay gente que no tiene miedo de escuchar las cosas como son. ¿Que escribo para cuatro? Bienvenidos sean.

Bien, a los pocos que habéis quedado os tengo que comentar una verdad escatológica: uno de los placeres más grandes en esta vida, más que dormir, el sexo, o ver ganar al Real Madrid (bueno, o a vuestro equipo preferido si es que alguna vez gana algo de importancia), es cagar. No, no me digas que he dicho cagar, cuando llevo dos párrafos diciéndote que dejes de leer. Voy a repetirlo, así que deja de leer ya y ponte alguna obra maestra en HBO (no, Netflix no es lo mismo, ni parecido). Cagar. Expulsar excrementos.

Cuando cagas bien consigues uno de los grandes momentos placenteros dentro de la existencia humana. Quedarte a gusto es ya un buen final, pero a diferencia de otros grandes finales como el orgasmo, satisfacer el hambre o la sed, o ver ganar a Nadal una final de un Grand Slam, es que encima te has quitado de tu cuerpo algo que sobraba, un desecho. Supongo que podría ser comparable a una liposucción, pero en ese caso no acabas “a gusto”, por comentarios de amigos/as sé que te quedas bien tiempo después, pero no justo tras el “tratamiento”, por lo tanto, sin duda, cagar es mucho mejor.

Mucha gente dice que solo lo hace porque tiene que hacerlo (evidentemente es así) pero que de placer nada. Veamos, ya que tienes que hacerlo prácticamente todos los días de tu vida, aprende a disfrutarlo (sí, se puede comparar con el trabajo o dicho de otro modo, tener que trabajar es un mierda). No cagues rápido, tómate tu tiempo, no te pongas a leer, no juegues con el móvil. Solo disfruta como tu cuerpo se vacía de manera pausada. De verdad, lo siento por quién caga solo por cagar, es como si en vez de disfrutar un plato de comida, un buen cocido, una paella, una fabada, te conformas tragando una hamburguesa aplastada de alguna cadena de comida rápida. Sí, eso te quita el hambre, pero no lo disfrutas, hay que aprender a gozar comiendo… y también cagando. Lo siento, sinceramente, por todos los que tienen problemas de estreñimiento, porque se están perdiendo momentos inolvidables.

Mear también es comparable… ¿de verdad sigues leyendo?, si es así, repito que yo te avisé. Mear es reconfortante, pero la sensación de satisfacción no es tan grande. Vale que a veces, después de haber estado esperando en la cola de tal concierto una hora (sesenta minutos uno detrás de otro) para mear en unos cutres urinarios portátiles sucios y malolientes (encima Barón Rojo estuvieron de pena) mear es un placer. Sí, claro que lo es, y cuando más ganas tienes de hacerlo, más agrado produce, pero, aun así, no es comparable a la sensación que obtienes después de terminar una defecación, aunque sea una del montón.

Es verdad, hay que decirlo todo, que no se disfruta bien si no se hace en un lugar conocido y cómodo, eso de hacerlo en bares, aeropuertos, casas ajenas o, no te digo ya si es en el campo, es una mierda (nunca mejor dicho). Hay que cagar a gusto para sacarle todo el partido a la cagada. Lo ideal es en casa y siempre a la misma hora, así se consigue el más alto grado de satisfacción posible.

Vale, está claro que sigues leyendo y también ha quedado claro que cagar es lo mejor del mundo. Entonces pensarás, es ahora cuando me habla de la coprofagia, la lluvia dorada y tal el tío cerdo este, pues no, no voy por ahí, si estabas esperando eso también puedes dejar de leer. Me gusta cagar, no me que me caguen o hacérselo yo a alguien (aunque figuradamente sí lo suela hacer, a determinados árbitros de fútbol sobre todo, o más bien a sus madres). Oye, que tampoco lo critico si se hace voluntariamente (y lejos de mí), pero no es mi rollo y tampoco era el tema que quería mostraros hoy.

Bien, ya sí que estamos solos tú y yo, se han ido los aprensivos, personas con parafilias e, incluso, curiosos sin escrúpulos. Ahora te voy a contar algo que da más placer que hacer de vientre. Por cierto, dirás que después de haber dicho tanto la palabra cagar, porqué ahora usar eufemismos, bueno, porque quería que se fuera todo el mundo, ahora, solo contigo, ya puedo hablarte correctamente.

Al grano, como decía hay otra cosa que es más satisfactoria que excretar, pero no es algo normal y no todos pueden disfrutarlo. De hecho, puede ser jodido llegar a tener la posibilidad de realizarlo.

Antecedentes

Todo empezó a finales de año del 2019, no tanto con un dolor abdominal, aunque lo tenía, sino como con un sangrado al orinar, que duela o no, siempre acojona.

Estuve de baja seis meses por culpa de un cólico, así suena raro y grave, pero no es tanto si tenemos en cuenta que pilló la pandemia por medio y hubo varias cancelaciones de citas médicas. Aun así, es cierto que me operaron dos veces y no pudieron llegar a la piedra (que estaba clavada, por eso sangraba, en la parte alta del conducto por el que se meten desde la punta del miembro viril). Cuando la pandemia disminuyó, resulta que la maldita culpable de mis males se había deshecho o la había expulsado sin darme cuenta. No me operaron la tercera vez, me quitaron el “doble jota” y volví a reincorporarme a la vida laboral, y social.

El doble jota (llamado así porque es un tubo que tiene la forma de esa letra tanto en un extremo como en el otro) es un martirio que te ponen dentro de tu cuerpo en forma de tubería de poliuretano o silicona, para que el líquido que sale del riñón vaya al conducto urinario sin pasar por la piedra. Es la solución para que no te duela hasta que te lo saquen todo. Por contra, no puedes moverte, porque cada vez que lo haces, por poco que sea, sangras al mear. Es verdad que parece depender mucho de cada persona, pero en mi caso fue así y eso conlleva molestias diversas, picores, dolores, malestar… Y la única solución es moverte lo menos posible y beber agua (joder con el agua, podía ser al menos cerveza 0,0 que ya han inventado la Mahou tostada). Tengo que decir que como se me juntó con el confinamiento tampoco lo llevé tal mal.

El caso es que tras la retirada del doble jota y la desaparición de la roca (sin saber muy bien cómo) he estado dos años y pico sin problemas. Hasta que hace unos días me volvió un dolor parecido a aquel que noté un 28 de diciembre del 2019. Sin embargo, ni sangraba al orinar, ni el dolor aumentaba hasta límites insospechables, como sí lo hizo en la primera ocasión, cuando ya estaba esperando turno en la sala de urgencias el día de los Santos Inocentes. Pensé al principio que era un problema de estómago, algo me habría sentado mal la noche anterior (aquellos boquerones más que las 12 cervezas y los chupitos, eso seguro). El caso es que, tras una noche bastante incómoda, pero sin llegar al extremo de tener que ir a urgencias, pasé el día siguiente más o menos bien. De nuevo, el dolor a la noche siguiente me hizo pensar en que no era el estómago, pero se fue pasando para dejar paso a unas molestias al orinar sin grandes problemas. Es cuando realmente pensé que sí tenía que ver de nuevo con el pétreo mal de antaño. Sin embargo, a la mañana siguiente, otra vez sin dolor y pocas molestias, pensé que me equivocaba.

Era domingo y salí a tomar unas cervezas al no haber partidos de liga que ver en casa, por culpa del maldito mundial de futbol que han comprado los jeques árabes para el soberano estado de Qatar, ubicado en el oeste de Asia, y que ha enriquecido a una minoría de deleznables personas en la FIFA, UEFA y a saber dónde más.

El momento clave

Tras la siempre agradable ingesta de cuatro tercios en el atardecer del domingo, tuve que ir a miccionar. Estando en tal ejercicio, la presión ejercida por la fuerza del benévolo líquido hizo que notara una ligera presión en la punta del miembro y vi cómo, sin esperar nada parecido, algo similar a un grano de café de color marrón, se quedó pegado en el urinario mientras yo seguía evacuando sin dejar de preguntarme qué había pasado.

Al terminar, tuve que comprobar qué demonios había ocurrido, tras cubrir mis dedos con papel higiénico (soy escatológico, no guarro) cogí el grano. Era duro como una roca, nunca mejor dicho, porque entonces comprendí que efectivamente eso era la piedra que me había estado jorobando unos días antes y que acaba de salir, sin presentación, desde mi interior a través de esos conductos que tenemos entre el riñón… y la porcelana afincada en la pared del aseo.

La presioné, no sé si esperando que reventara, pero eso era más duro que Clint Eastwood haciendo de Harry Callahan.

Después de salir de mi asombro, la paz interior que sentí y la relajación, me hicieron darme cuenta de la gran verdad, expulsar una piedra (que no sufrirla dentro) es todavía mejor que cagar.

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Acerca de Javier Miranda

Javier J. Miranda (Madrid, 1972) trabajó durante más de 20 años como creador de contenidos en Nintendo. Se define como un contador de historias en el formato que sea, lo que le ha llevado a escribir libros, dirigir una película y crear un videojuego. Dicen que le queda entrar en el mundo del comic, pero él asegura que, antes de realizar una novela gráfica, debe terminar la trilogía sobre el pueblo maldito, Vidal de la fuente, en la que está enfrascado.

Un comentario

  1. Buenos días amigo Miranda,
    Tu mismo me acabas de dar la respuesta, en el final de la lectura, a mi duda generada después de terminar de leer, ( si, lo he terminado ) tu blog…
    Valla mierda ¡¡¡ se me ha quemado el pan…..
    Solo quería comentar que para mi el mayor placer es un buen orgasmo, pues como tu con tu piedra, a mi me sucede cada trienio…

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