Me Quedo con el Talento

Vivimos en una época de normalización de la convivencia con la mediocridad, aunque espero estar equivocada ¡ayúdenme a verlo de otra manera, por favor!

Hay personas de valía increíble que abiertamente han apostado por sí mismas buscando alternativas para mejorar sus condiciones en su ámbito de trabajo y, en algunos casos, la respuesta que han encontrado es un obstáculo en su crecimiento. Yo creo que ya llegó el momento de toparnos con la realidad de la igualdad versus talento.

Yo no quiero igualdad en el trabajo, ni por ser mujer ni por ser mayor de 45 años, ni por llevar 10 años en la misma empresa. Yo lo que quiero que se valore es la experiencia y el talento personal, y me da igual el sexo, la raza, la edad, la veteranía…

¡Yo quiero comerciales con talento para la venta y sabrosura! Seamos sinceros, si a la paella no le has puesto una pizca de sal ¿te va a quedar igual que si se la hubieras añadido? ¿Puedes apañarla luego? sí, pero nunca será lo mismo.

Por eso yo abogo, no solo por contratar lo mejor, sino por fidelizar el talento interno que tanto mérito tiene, que ya está formado y que además bien cuidado, ama la empresa. El saleroso tiene un bonito coste que hay que estar dispuesto a pagar.

¡¡¡Ay, no!!! Qué pereza… ¿Para qué vamos a potenciar el crecimiento personal si esto va a redundar tan solo en el beneficio del empleado? ¿De verdad que podemos tener esta cortedad de mira? Todo tiene un coste, por supuesto, contar con los mejores espadas también, pero ¿No estás dispuesto a saber cuánto va a repercutir en tu cuenta de resultados este valor?

La relativa comodidad de rodearse de mediocres, de gente que no incomode, que no mueva tus bases, te hace pensar que tu estabilidad será eterna. Craso error. Selecciona bien a tu equipo, quédate sólo con los que estén dispuestos a apostar y a remar en la misma dirección que tú, te cueste lo que te cueste. Has leído bien “quédate sólo… te cueste lo que te cueste” en vez de un equipo de, por ejemplo, 10 comerciales, entrenadores… escoge un gran equipo de 7, todos mejor pagados, más motivados y más controlados.

El control y el seguimiento diario es parte de la clave del éxito, y hacer esta labor sobre personas motivadas, preparadas y con talento es infinitamente mejor que no hacer ningún control y vivir amargado porque no se cumplen nunca las expectativas.

Yo quiero a los aguerridos, a los valientes, a los honestos que dan la cara y dicen lo que piensan por el bien del equipo. A los que piden aumentos porque se consideran mejores, y seguramente lo son. Eso ya lo valorarás, pero el primer paso es escuchar, luego planificar posibles cambios, estudiarlo y atreverse a poner en marcha cambios si son convenientes.

En la empresa de la que fui co-propietaria, muchos vinieron a solicitar aumentos ¿Se les dio a todos? Seguramente algunos que eran muy, muy buenos, se les cambiaron sus condiciones (no siempre mejoras económicas), mientras que a otras supuestas “estrellas” del sector, no se les modificó nada (porque aun poseyendo un gran talento, no encajaban en la filosofía de empresa y no consideramos que fuera beneficioso mejorar sus condiciones). Esto tampoco puede ser barra libre, y nunca como empresaria, he sido partidaria de premiar la individualidad mal empleada, a costa de zancadillear a los compañeros. Pero, esto es otro cantar.

El salario debe revisarse después de analizar qué aporta la persona, qué beneficios y ventajas trae a la empresa tomar esta decisión. No es una cuestión de sacar más dinero de la empresa, al contrario, es una oportunidad de inyectar más pasta a la empresa gracias a la motivación de un buen empleado.

¿Sabes cuántas opciones tienes para afiliar, fidelizar, deleitar y enamorar en tu empresa? No hablemos de dinero, ¡qué vulgaridad! Hablemos de beneficios aunque si es en dinero, bienvenido sea. Hay mucho que ofrecer:

A parte de un aumento económico, más conveniente si es por consecución de objetivos, siempre cabe, mejora en su formación, mejora en su horario, mejora de su ambiente laboral, mejora en su calidad de vida y descanso, otorgarle mayores responsabilidades (como ser responsable de formación), vales de restaurante, seguro médico, aparcamiento gratis, lugar de descanso en la empresa, posibilidad de crecimiento “real”… El sueldo en especias, igual que en la antigüedad el salario se llamó así por la parte pagada en sal, tiene un sustancial valor.

Yo no quiero ser una mediocre, quiero reconocer la superioridad de otros, quiero reconocerles el talento y decidir no solo la estrategia, para mejorar, sino decidir quién me va a acompañar.

Si las batallas se ganan antes de lucharlas, será porque has decidido apoyar ese talento y apostar para que no te lo roben o se diluya.

Y ahora ¿tienes claro cómo va a quedar condimentado tu guiso? ¿Soso o sabroso?

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Acerca de Inma Quintana

Mi pasión, con mayúsculas, son las relaciones humanas. Confío en las capacidades y el talento de los profesionales bien dirigidos y motivados. Durante quince años fui directora de recursos humanos de una cadena de gimnasios, con especial énfasis en la gestión del personal y las ventas. Siempre he motivado a mi personal para ser los mejores, no sólo como entrenadores o comerciales sino como personas. Me reconforta encontrar soluciones. Actualmente soy directora comercial de Reebok Sports Club Madrid.

2 comentarios

  1. Muchas gracias José, me alegra saberlo. Un abrazo.

  2. ¡Muy buen artículo! Me ha encantado.

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