Hace pocos días vi en televisión una noticia en la que comentaban cómo estaba afectando a los niños la crisis del COVID 19 y cómo había influido en su elección de profesión futura. A la pregunta ¿Qué quieres ser de mayor?, respondían motivados por dar soluciones a la crisis del coronavirus: ser científico para poder descubrir bichitos e inventar vacunas, policía para ayudar a las personas, médico para curar a los enfermos del COVID 19, maestro para ayudar a enseñar a los niños en sus casas.
No hay nada como un gran deseo o una necesidad para activarnos, cuantas más ganas tengamos de conseguir algo, más dispuestos estaremos a resolver cualquier problema que se cruce en nuestro camino. Puede que lo consigamos, pero también puede ser que, a pesar del esfuerzo, no lleguemos a nuestro objetivo. Porque no depende sólo de nosotros, ni de nuestras inmensas ganas de llegar, necesitamos que el viento sople a nuestro favor, al menos de vez en cuando. Tendremos que remar y resistir hasta que lleguen ráfagas de viento que nos arrastren a más velocidad.
Elegir un camino profesional es una de las decisiones más importantes que tomamos en nuestra vida. Algunas personas lo tenemos muy claro, otras dudamos y tenemos miedo a equivocarnos en la elección. No hay forma de saber con certeza qué futuro nos espera, tanto por lo cambiante de las circunstancias y el empleo, como por lo que pueden cambiar nuestras necesidades, intereses y capacidades. En cualquier momento podemos encontrarnos frente a estas preguntas: ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Cuál es el trabajo que me hará feliz? ¿Cómo voy a cubrir mis necesidades económicas de aquí en adelante? ¿Cómo me adapto a esta nueva situación?
Es mejor no dar por hecho nada, podemos abrirnos a contemplar posibilidades, seguir apostando por crecer en lo que estábamos haciendo, o tal vez es el momento de realizar un cambio de puesto o sector, o de emprender, investigar qué necesidades hay en el mercado y definir qué somos realmente capaces de satisfacer. Aunque tengamos experiencia, es interesante abordarlo como si fuera la primera vez que buscamos trabajo, visualizarnos haciendo lo que nos apetecería ser en este momento, como persona y profesionalmente, y digo “ser” porque eso implica que nos identificamos plenamente con nuestra profesión. Una recomendación que nunca falla es poner todo por escrito, es realmente eficaz.
Si contemplamos varias opciones que nos pueden parecer bien y no somos capaces de decidirnos, podemos hacer una lista de las posibles alternativas que nos parecen atractivas, incluso aunque puedan parecer absurdas. Para cada alternativa anotamos una lista de ventajas e inconvenientes y les asignamos una puntuación según su importancia, su eficacia y si es practicable o no. Cuando decidamos que una opción es la idónea, es mejor no darle más vueltas, centrarnos en diseñar un plan de acción para conseguir nuestro objetivo y ser perseverantes.
No existen las alternativas universalmente correctas o incorrectas, las respuestas que demos dependerán de nuestras motivaciones, capacidades, circunstancias, oportunidades y nuestra personalidad. Por ejemplo, hay quienes se crecen con las dificultades y la incertidumbre, pero pierden el interés y la atención cuando no tienen esa presión, mientras que otras son brillantes en condiciones de seguridad y estabilidad, pero se bloquean ante la presión excesiva. No hay una forma de ser mejor que otra, dependerá de lo que exijan las circunstancias en cada momento.
Podemos inspirarnos en personas a las que respetamos o admiramos, o personas que han logrado objetivos difíciles, o simplemente que tienen la vida que desean, y analizar cuáles son las claves que los han llevado a conseguirlo. No todos lo tenemos igual de fácil o difícil, hay quienes se tienen que esforzar el doble que otros para conseguir un mismo objetivo, hay tantos casos diferentes como personas habitamos la tierra. El viento puede soplar a nuestro favor o en nuestra contra, y lo único con lo que realmente podemos contar por anticipado es con nosotros mismos. Crecer personalmente nos prepara para disfrutar de la vida y para adaptarnos y enfrentarnos a los obstáculos que nos vamos encontrando en nuestro camino.
Necesitamos elegir un puerto al que dirigirnos, guiarnos con un buen mapa y trazar una buena ruta, recopilar provisiones y recursos para poner a punto el barco, contar con unos buenos compañeros de viaje, saber mantener el rumbo y no perdernos, mantenernos sanos y fuertes para afrontar temporales, buscar la corriente a favor en lugar de ir en contra del viento, remar con fuerza y aprovechar las buenas oportunidades que encontremos. Creo que tan importante es la meta como el camino, y siempre podemos decidir cambiar de rumbo para llegar a nuevos puertos que vayamos descubriendo y que desconocíamos cuando iniciamos nuestro viaje.