Estoy de acuerdo con Conan

Me han despedido, ya me he hecho a la idea, ya he pasado el duelo y estoy buscando trabajo con energía y mentalidad renovadas. Hoy me viene a la mente una película, rodada a principios de los años 80.

El mito (o no) de los años 80

Este decenio, algo mitificado por la gente que lo vivimos en la adolescencia, lleno de un tipo de música que ya no se hace (vale que tanto pop de colorines no era bueno, pero el reguetón* que se escucha ahora lo es todavía menos) y de películas de acción o ciencia ficción memorables cuando todavía no existían los efectos especiales de hoy en día. Una década que en España trajo la democracia, libertad, nuevos horizontes y también ese movimiento multicultural que se conoce como la movida madrileña. Sí, cierto que todo eso comienza realmente a finales de la década anterior, pero es que los “años 80” como yo los concibo, comienzan a finales de los 70. Puede ser tema para un debate o al menos para otro blog, de momento solo apuntaré que el tipo de música que marca esos años, Queen, Michael Jackson, AC/DC, Mike Oldfield, o películas como Alien, Rocky, Star Wars y Superman, obras que relacionamos con dicha década, son de antes de comenzarla, aunque efectivamente se desarrollaron y ampliaron en los siguientes años.

Creaciones que se siguen escuchando o de las que se siguen haciendo continuaciones hoy en día. Lo mismo no es tan exagerada la importancia cultural que se le da a este momento histórico.

 

Y allí llegó Conan**

Debate aparte, en el año 1982 se entrena en los cines “Conan el Bárbaro”, una de esas películas que ya no se hacen. He pensado en ella al leer alguna noticia comentando que ahora se cumple su 40 aniversario, pero lo primero que he recordado de este gran filme es que comienza con una famosa frase del filósofo Friedrich Nietzsche. Antes de relacionar mi situación actual en el paro con tal frase, haré un breve resumen de la historia de este clásico del cine de aventuras y fantasía.

 

La película frente al autor original

El guion de Conan está coescrito por dos genios del celuloide, el propio director de la cinta, Jonh Milius, y por el conocido Oliver Stone. Ambos tienen trabajos muy notables aparte de este que nos ocupa; del segundo nombraré que es el director de “Platoon”, “JFK” o las dos partes de “Wall Street”. Y del primero, por ejemplo, mencionar que es coguionista de la inolvidable “Apocalypse Now” junto a Francis Ford Coppola.

Para escribirlo se basaron en los relatos de un escritor de “segunda fila”, uno de esos hombres que sin poseer una gran narrativa, cuentan con una imaginación desbordante y plasman en papel sus escritos más preocupados por sacar de su cabeza las historias que le rondan que de ganarse la vida con ello.

Ese hombre era Robert E. Howard y prácticamente toda su obra se publicó en revistas de “pulp”, que no eran más que publicaciones baratas, distribuidas en quioscos de prensa, y de escasa calidad que, sin embargo, se hicieron muy populares precisamente debido a lo asequible de su precio. En una de esas revistas, llamada “Weird Tales”, es donde aparecieron todos los relatos de bárbaro nacido en Cimmeria. Tampoco quiero pararme mucho en la figura del autor, simplemente comentar a modo de resumen que se suicidó a los 30 años de edad dejando numerosas novelas, relatos y poemas de diferentes temáticas. A pesar de su corta vida fue muy prolífico, y entre toda su obra destaca el personaje que nos ocupa. Curiosamente tal figura solo cuenta con unos 20 relatos cortos y una novela, no hay más escritos como pueda parecer por su fama. Hoy día existe una gran cantidad de novelas y cómics, pero son historias de otros escritores o adaptaciones de los relatos originales con añadidos posteriores de otros autores.

Volvamos a la película, antes decía que ya no se hacen obras así. Con un ritmo pausado y un montaje sobrio a pesar de la temática salvaje de la película, con una asombrosa música orquestal acompañada por unos impresionantes coros que cantan en latín. Un protagonista políticamente incorrecto, que menciona que lo mejor de la vida es aplastar las cabezas de tus enemigos y escuchar el lamento de sus mujeres. Donde se le ve dar un puñetazo, sin el menor miramiento, a un camello, donde el mismo hombre pide ayuda a su dios, pero acaba diciendo que si no se la da que se vaya al infierno. Tampoco cuenta con efectos especiales digitales (no existían a principios de los años 80). Definitivamente este film no se podría rodar hoy en día, al menos, no como se hizo. Se te echarían encima cientos de asociaciones que, olvidándose de que no es más que una película de ficción, se quejarían de tales “barbaridades”. Se montaría con un ritmo que no te dejaría ver la acción y el guion perdería enjundia eliminando diálogos “aburridos”, como el debate entre dos de sus protagonistas sobre qué dios es el que existe de esos en los que cree cada uno. La fotografía sería menos oscura, más colorida y la música incluiría alguna canción de algún grupo de moda.

 

El personaje

Los guionistas no se basaron fielmente en los relatos de Howard, aunque sí recrearon determinadas escenas y, sobre todo, su atmósfera; el ambiente y la temática de ese género llamado de “espada y brujería” que inventó y popularizó el escritor texano. En su día, la película fue criticada por esa libertad narrativa, pero pasado el tiempo es reconocida como una gran obra, tanto para los seguidores de los escritos originales como para quienes los desconocen.

No he comentado que encumbró a la fama al actor Arnold Schwarzenegger, antes incluso de meterse en la “piel” de Terminator. No quiero dejar de nombrarlo, pero tampoco es algo que sirva para explicar la grandeza de la obra.

Como digo, es un Conan diferente al literario, rubio en vez de moreno, más parco en palabras, con diferentes motivaciones, pero, y esto es lo importante, igual de bárbaro. Esa barbarie que Nietzsche defendía en sus pensamientos, asegurando que la civilización es contraria a la naturaleza del ser humano. Milius y Stone veían al personaje de Howard como la representación del «superhombre» descrito por el filósofo.

 

Nietzsche

Y esto me remite al inicio del blog, la frase con la que comienza la cinta de John Milius, “Aquello que no te mata te hace más fuerte”.

Sin entrar en más detalles sobre la filosofía del alemán, me voy a centrar en dicho aforismo. Realmente, originariamente este era más largo y aparece en la obra “El crepúsculo de los ídolos” publicada en 1889. Dice así: “Lo que no te mata te hiere de gravedad y te deja tan apaleado, que luego aceptas cualquier maltrato y te dices a ti mismo que eso te fortalece”.

El resumen es que se aprende de todo lo que nos hace daño, aprendizaje que nos servirá para más adelante en nuestra vida, y que, efectivamente, te puede servir para superar problemas más duros en el futuro.

Estoy de acuerdo con tal afirmación y me parece muy acertado comenzar la película con ella, ya que esta (entre otros temas) habla de la creación de un guerrero que se ha hecho fuerte por las desdichas de su pasado. Es una frase que no dice el personaje en la película, sino una afirmación que los autores del libreto ponen al inicio usando la referencia nietzscheriana, pero desde su punto de vista podemos deducir que Conan pensaba igual.

Mi despido me ha hecho más fuerte, estoy de acuerdo con Conan.

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* Sí, el término castellanizado está aceptado por la RAE.
** ”Y allí llegó Conan, el cimmerio, el pelo negro, los ojos sombríos, la espada en la mano, un ladrón, un saqueador, un asesino, de gigantescas melancolías y gigantescos pesares, para pisotear con sus sandalias los tronos enjoyados de la Tierra”. Extracto de “El Fénix en la espada” de Robert E. Howard. Primera historia de Conan, publicada en la revista “Weird Tales” en el año 1932.
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Acerca de Javier Miranda

Javier J. Miranda (Madrid, 1972) trabajó durante más de 20 años como creador de contenidos en Nintendo. Se define como un contador de historias en el formato que sea, lo que le ha llevado a escribir libros, dirigir una película y crear un videojuego. Dicen que le queda entrar en el mundo del comic, pero él asegura que, antes de realizar una novela gráfica, debe terminar la trilogía sobre el pueblo maldito, Vidal de la fuente, en la que está enfrascado.

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