Cuando pensamos en trabajadores, pensamos en activos, pero,… ¿qué tipo de activos? El enfoque suele depender mucho de las propias creencias del empresario, sin embargo, entenderlo bien, es tan simple como pararnos y contextualizar.
La aportación al mundo laboral actual de “La Revolución Tecnológica” a la que se dio paso con “La Era del Conocimiento”, pone de manifiesto que el trabajador debe ser entendido como “aquel ser capaz de transformar el conocimiento en información”.
Pero, por mucho acceso fácil a la información que Internet facilite hoy día, contar con capacidad para gestionarla de cara a objetivos depende totalmente de la capacidad para pensar de la persona, y eso, permítanme decirles, ¡es ya otra historia!
Se necesitan cualidades humanas que nacen de la única arma formativa factible, “La Autogestión Personal”, donde: la capacidad de pensar de manera divergente y convergente, la creatividad, la calidad en el manejo de la información, o la resiliencia para adaptarse a lo multidisciplinar…, convierten al empleado en el verdadero ser productivo que el contexto demanda, y que… ¡tú, como empresa debes preocuparte en buscar!