Lagolieros de Bar

The langoliers

Existe un libro del prolífico escritor Stephen King titulado “Las cuatro después de medianoche” publicado en el año 1990. Es una recopilación de cuatro historias fantásticas del autor, una de ellas denominada “The langoliers”. Si alguien está interesado en buscarlo debe tener cuidado, porque las ediciones posteriores bajo el título del volumen solo incluyen dos de las cuatro historias, apareciendo un segundo libro con las dos restantes llamado “Las dos de medianoche”. En este caso, es en este último donde aparece el relato al que hago referencia, traducido al español como “Los lagolieros”.

En dicha historia, los pasajeros de un avión sufren un extraño acontecimiento; se puede resumir en que casi todo el pasaje desaparece de manera inexplicable en pleno vuelo, sin dejar rastro (solo quedan los que se encontraban dormidos en un momento dado). Por casualidades de la vida, uno de los afortunados supervivientes es piloto y puede hacerse con los mandos de la nave, ya que toda la tripulación también se ha volatilizado de manera insólita. De esta forma consiguen aterrizar en un aeropuerto, pero al hacerlo, observan que no hay gente, está completamente desierto, ni viajeros, ni personal del complejo, ni controladores aéreos, nadie.

No me gusta hacer spoilers (por cierto otro día hablaré sobre ellos), pero tengo que hacerlo para seguir con el tema del que quiero hablar, así que si alguien está interesado en leer el relato y no quiere que le destripe nada, que deje de leer ahora y regrese tras haberlo terminado. Y tras el aviso, sigo comentando una de las sorpresas de la historia del autor de “Misery”; los pasajeros han viajado al pasado.

De forma completamente distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en películas de viajes temporales, no se encuentran con la gente que había ahí anteriormente, no pueden cambiar la historia con sus actos, sino que el tiempo pasado está muerto. La comida podrida, las bebidas carbonatadas no tienen gas, no sopla el viento, no hay gente, ni ruido, no existe el eco… y lo peor de todo, hay algo a lo lejos que se acerca que va devorando este mundo pretérito. Esos monstruos que se comen el pasado son los denominados lagolieros. Si los protagonistas no salen de allí desaparecerán devorados por esos seres. Lo único que se mantiene en el futuro (o presente, según se mire), es el avión, así que consiguen salir de allí viendo por las ventanillas cómo ese aeropuerto, que han dejado atrás, desaparece del todo sin dejar rastro.

La historia sigue, tiene más elementos de interés y merece la pena leerla entera. Hay una adaptación para televisión en dos partes de hora y media (si no recuerdo mal) rodada en los años 90. Es bastante fiel al libro original y los lagolieros aparecen representados como unas monstruosas formas esféricas con grandes dientes que vuelan tragándose todo a su paso.

Se podría desprender de esta novela que el pasado ya no existe, es absurdo vivir anclado en él, lo que pasó, pasó… pero, lo que sí existe, es la Historia, la cual conviene conocer y respetar.

El eterno tema prohibido

 La política. No se puede hablar de ella nunca, solamente cuando sabes que todos los contertulios son afines tuyos, lo cual pocas veces se da (por muy convencido que estés de que es así). Es una máxima que deberíamos seguir todos. Hay tres razones fundamentales para ello:

1ª- No vas a convencer jamás a nadie de que tus ideas son las buenas. Puedes convencer de cosas objetivas a alguien, pero de que tus ideas son mejores que las de otro, no. Nunca.

2ª- El que expone sus argumentos siempre tiene la razón (si no, no pensaría así), igual que la tiene el que te escucha (si no, no pensaría así), pero si en algún momento cualquiera se queda en “fuera de juego”, es decir, le demuestran que está equivocado en algo incontestable (normalmente casos de corrupción de la opción política a la que dice votar) siempre aparece el famoso “y tú más”, o sea, que en el partido opuesto también ha pasado algo parecido en algún momento anterior. No falla. En resumen, a los que votas, seguro, ya han tenido la oportunidad de hacerlo bien en el pasado y no han cambiado nada… igual que a los que no votas.

3ª- No somos conscientes de que realmente no existe un partido perfecto, que tenga un programa 100% compatible con las ideas personales de cada uno, o es muy raro que lo haya. Por lo tanto, al final no estás defendiendo tus ideales al hablar de tal o cual opción, sino al partido en sí, lo cual los convierte en una especie de equipos de fútbol de los cuales eres seguidor pase lo que pase, algo que no debería ocurrir nunca. Se puede ser del Betis gane o pierda, pero no votar a un corrupto condenado ni a quien lo disculpa. Al menos, yo pienso que habría que votar por méritos, actos y propuestas, no por colores. A mucha gente se le olvida.

¿Qué tienen que ver las discusiones de política y los lagolieros?

Tú estás tomándote algo tranquilamente en un bar, no hablas del tema prohibido porque no se debe hacer y no sabes lo que piensa el de al lado (o precisamente porque lo sabes). Todo marcha bien hasta las cuatro cervezas o la segunda copa. Entonces alguien no se puede callar y con todo el ánimo de crear polémica y con la firme intención de discutir, rompe las reglas. Lo peor no es que exprese sus equivocadas ideas políticas contrarias a las tuyas, lo peor es cuando, como un vulgar lagoliero, se ha comido el pasado. Todavía más allá que los voraces monstruos, resulta que ha pulverizado la Historia, la ha devorado y ya no existe, todo lo que te cuenta es a su manera, bajo su prisma personal. Esta gente son lagolieros de la Historia.

Da igual los libros que existan, da igual lo que les enseñes por el móvil, no importa que seas un experto en el tema, es indiferente lo que digan los demás… de contar tantas veces su mentira se la han creído de tal manera que es su verdad absoluta y de ahí no los sacas, y todavía peor, según ellos el equivocado eres tú.

Hay lagolieros de bar por todas partes, de todos los colores políticos, detrás de cada barra, esperando acurrucados pacientemente hasta alcanzar el número mínimo de grados en la sangre para saltar a destrozar el pasado. Y no solo pasa con política, también son capaces de cambiar la historia del deporte, del asesinato de Kennedy, de la muerte de Elvis o de la construcción de las pirámides.

Dos no discuten si uno no quiere

La única forma de enfrentarse a este problema es ese gran dicho. Siempre recordaré aquel chiste para ilustrarlo que me contaba mi abuelo:

– ¿Tú por qué estás gordo? -le decía un amigo a otro.

– Por no discutir -contestaba el segundo.

– ¡Eso no puede ser! -le recriminaba el primero.

– Ah, es verdad -terminaba la conversación el segundo.

Es lo mejor y más sensato, no haces caso, no entras al trapo y ya se cansará, aunque eso puede significar que el lagoliero seguirá expandiendo su falsedad tragándose todo a su paso. Me diréis, ¿y la opción de hablar sin discutir? El debate, la exposición, ¿no existen?… pues no, debería existir todo eso, pero normalmente esa opción no entra en determinados ambientes, con determinadas ideas, con determinado grado de alcoholemia o, simplemente, con algunas personas.

Pero no os equivoquéis, he visto gente así de derechas, de izquierdas, de centro, a radicales y moderados, a españoles y extranjeros, altos, bajos, de diferente raza, etnia y religión, del Atleti, del Barça, del Sevilla y del Madrid, médicos, arquitectos, iletrados y magistrados… al final en un momento u otro todos nos creemos tener nuestra propia verdad, creemos conocer a pies juntillas el pasado y nos hemos comido la historia como voraces lagolieros.

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Acerca de Javier Miranda

Javier J. Miranda (Madrid, 1972) trabajó durante más de 20 años como creador de contenidos en Nintendo. Se define como un contador de historias en el formato que sea, lo que le ha llevado a escribir libros, dirigir una película y crear un videojuego. Dicen que le queda entrar en el mundo del comic, pero él asegura que, antes de realizar una novela gráfica, debe terminar la trilogía sobre el pueblo maldito, Vidal de la fuente, en la que está enfrascado.

Un comentario

  1. ANGELICA VELEZ RODRÍGUEZ

    Me encanta!!! otra publicación que te deja con ganas de leer más y más. A espera de la siguiente….

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