La venda en los ojos, auriculares en los oídos y mascarilla en la cara…

La venda en los ojos, auriculares en los oídos y mascarilla en la cara… ¿Hacia dónde nos lleva todo esto?

Hola de nuevo.  Con esta reflexión inicial, me lanzo esta pregunta  a mi misma, si en tiempos en los que todo es “normal” no vemos más allá de nuestras narices, ¿Qué pasará ahora que cuando salimos a la calle lo hacemos con, mascarillas, auriculares y muchos con una venda en los ojos porque no queremos ver que es lo que está ocurriendo en realidad?

No se si os habéis dado cuenta de algo muy importante,  puede que si.  Pues si amigos, así es, la incertidumbre es “la reina de la fiesta”, nadie la había invitado, pero sin embargo, la muy puñetera se ha sentado en la mesa presidencial en un lugar de honor. Todos hablan de ella. En cualquier tertulia, da lo mismo la edad, status social, situación laboral, la cuestión es que siempre está presente, se pavonea muy orgullosa por ello.

¡Curioso sin duda!

¿Nadie nos habíamos parado antes a pensar que desde el momento en el que nuestra madre nos abre una puerta a la vida,  la incertidumbre se autoinvita como espectadora en primera fila de lo que será nuestra experiencia vital. Como veis “siempre” tiene la mala costumbre de colarse dónde no ha sido invitada.

Así es, desde el momento en el que venimos al mundo nadie sabemos que es lo que va a  ocurrir a continuación, no es que el mañana sea incierto, lo es incluso cada minuto. ¿Alguien ha pagado un billete para asegurar su futuro?  Me temo que ni Trump, ni Amancio Ortega, aunque quisieran, podrían hacerlo.

Si esto es así, ¿Qué es lo que ocurre ahora? ¿Por qué sentimos que la incertidumbre ahora es mayor? ¿Qué hay de diferente respecto a lo que hemos vivido hasta ahora?   Tengo una interesante teoría. Es como cuando viajas en un coche de copiloto,  durante un viaje largo. Al cabo de un rato, entre la música, el calor, etc. un sueño dulce te posee. Te abstraes de todo lo que ocurre a tu alrededor. Hasta que de repente en un determinado punto, se produce una retención que hace que el conductor frene bruscamente. Te despiertas sin saber muy bien ni dónde estás, ni que es lo que ha pasado, eso mismo, ese frenazo en seco,  es lo que hemos sufrido toda la humanidad sin verlo venir.

Y es por ello, por lo que ahora nos invade la terrorífica sensación de no controlar absolutamente nada. Ni familiar, ni personal, ni profesionalmente ¡se nos han caído las riendas de las manos! Y ahora nos preguntamos ¿quién tiene las riendas de mi vida, si yo no las tengo?

¡Buena pregunta!  La respuesta a mi parecer, es obvia. Seguimos siendo nosotros. Es cierto que ante algo tan destructivo como son los efectos del virus que nos acecha en cada esquina, parece que poco podemos hacer, sin embargo, pensemos por un momento ¿Qué hacíamos frente al ébola, el sida, la malaria, la obesidad, los ictus, el cáncer y un sinfín de males de nuestro tiempo? Pues creo que:  Ignorarlos,  ¿me equivoco? O ¿es que alguno de vosotros vivías obsesionados pensando que alguno de estos posibles enemigos llamaran a vuestra puerta? La respuesta sin duda es NO.  Por ello, creo que sería bueno obviamente, desde la prudencia, que todos volvamos a coger las riendas de nuestras vidas. Es fundamental soñar, sin sueños no podemos vivir. Hay que trabajar con esfuerzo, dedicación y pasión para logar dar forma a esos sueños que nos harán sin duda mejores personas.

Si tiramos la toalla ¿Qué va a ser de nosotros?  Solo debemos pensar que este frenazo tiene un porqué y un para qué. No debemos ser tan irracionales de pasar esta oportunidad que se nos brinda de no aprovecharla para mejorar y darnos cuenta que algo no estábamos haciendo bien. Ha quedado sobradamente demostrado que el ser humano es el ser más predador que existe en el planeta. Tenemos la inteligencia, sólo hace falta poner el foco y las ganas para cambiar eso, el ser ya lo tenemos recuperemos el “humano” para que podamos llegar a ser ese dúo tan perfecto “ser humano”

Si ante un toque de atención como éste, no somos capaces de reaccionar, me temo que ya no seremos capaces, nunca.

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Acerca de María Arrabal

Pensamientos compartidos en voz alta.

4 comentarios

  1. Exacto, María. Has despertado antes que muchas personas que todavía se encuentran en estado de shock. Con razón pero sorprendidos, anonadados por no haber sido más racionales, por no haber valorado, con todas las consecuencias lo que supone «vivir», En muy pocos años, la velocidad que se le ha imprimido a la vida nos ha tapado lo que significa enredarse con ella, dar traspies que nos han llevado a un circulo ininterrumpido y monótono que gira cada vez a mayor velocidad. Como siempre, el ser humano es tan poco precavido que los árboles le ocultan el bosque.
    Esta hecatombe puede desembcar en un cambio hacia el futuro o un etroceso inesperado y retrógrado. Ambos serán admitidos y, esto, esto será lo perjudicial para el ser humano. No se pueden admitir una u otra opción si son contrarias. Una debe ser, ineludiblemente, mejor que la otra. Porque… un entente, una mezcla de metales que produzca uba aleación supone cambiar totalmente la naturalesa y propiedades de quienes intervienen en ella. Una aleación es un nuevo produzto metálico que no posee las propiedades de los que inicialmente se han aleado. ¿Es esto bueno? Lo fue con el bronce… de dos metáles débiles en propiedades físicas se obtuvo una aleación diferente y mucho más poderosa… Sin embarg, no bastó contra la pureza de otro metal puro más potente.
    De un pensamiento limpio, de un afán por conseguir que funcione un País con personas y posibioidades únicas en la escena mundial, dependerá un futuro que, a gran velocidad, va a empezar a caminar con tesón y poder. .Tu pubicación, María, abre ojos todavía con el sueño de una confianza que ya nunca podrá llegar.

  2. Carlos Calderón

    Me gustó mucho el párrafo introductorio. Sin embargo, faltó agregar el distanciamiento social. Lo que sumado a lo anterior nos presenta un ser humano aislado completamente. No tenemos garras, ni dientes afilados, nuestra piel y músculos son débiles. Para sobrevivir como especie, necesitamos estar unidos, como todos los animales de presa. Nuestra esperanza de sobrevivir depende de estar unidos, no de estar aislados.

    El objetivo de esta «nueva normalidad» parece ser el aislarnos aún más de lo que hemos estado hasta ahora. Y como ocurrío después de los supuestos ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001 en EEUU, las medidas de reacción vienen para quedarse. Ya lo ha dicho el gobierno, las mascarillas seguirán siendo obligatorias después del estado de alarma. Tendremos que usar esa abominación 11 años después de este tiempo, como ha pasado con las medidas de seguridad en los aeropuertos después del 11S?

    Se ha comprobado que las mascarillas, usadas por largos períodos de tiempo, más bien representan un riesgo para la salud. La humedad, mocos y saliva que se acumulan en la mascarilla pasadas unas dos horas, las convierten en caldo de cultivo para bacterias y otros micro organismos. Usar la mascarilla por decreto del gobierno y con la amenaza de multas y prisión para quienes no lo hagan, es una forma irresponsable de jugar y atentar contra la salud de la población.

    Ya ha pasado la amenaza del virus (más bien deberíamos hablar de una manipulación mediática, las muertes por el virus no llegan ni cerca de las muertes por fumar o por accidentes de tráfico). Ahora, volveremos a una realidad distinta. Tenemos que ajustar nuestras vidas a unos protocolos de seguridad inútiles y divorciados de la realidad. Si un virus se propaga en un ambiente cerrado con solo un tercio del aforo, igual se propagará en un ambiente cerrado con 200% del aforo. La diferencia será la velocidad del contagio.

    En cuanto a esconderse en casa cada vez que regrese la epidemia (nunca fue pandemia), es tan absurdo como seguir parando el aparato productivo y la economía mundial con cada cambio de estación. Si el virus se comporta como una gripe, pues las gripes aparecen con cada cambio de estación en los hemisferios donde hay cuatro estaciones, y con más frecuencia en los que no hay.

    Yo lo que veo es un interés en aislarnos y debilitarnos; en hacernos perder el amor por la vida y las relaciones. en hacernos desaparecer como especie.

    Las medidas del gobierno tienen un costo: la cantidad de pegatinas, barreras de plástico en mostradores, avisos publicitarios, mascarillas, guantes, policías, y toda la parafernalia utilizada para apoyar los protocolos de seguridad, son una sangría de recursos y dinero que podrían usarse para dotar mejor a los hospitales, ayudar a quienes perdieron su empleo por la falsa pandemia, mejorar las condiciones de vida en las residencias de mayores, etc.

    En conclusión, estoy de acuerdo con lo que plantea la publicación sobre el estado de incertidumbre en que vivimos, estoy de acuerdo con su preocupación por la angustia que esto nos ha provocado. Pero no creo que esto nos haya hecho más fuertes, todo lo contrario. Hoy seguimos unas medidas de seguridad absurdas como un rebaño de borregos, sin pararnos a pensar si la fulana mascarilla es ahora necesaria mientras no lo era en tiempos del pico del contagio, o si el distanciamiento social y otras chorradas tienen sentido o no.

    • Buenas tardes Carlos
      Lo primero darte las gracias por tu tiempo. Por favor, te ruego disculpes el retraso en comentar tu respuesta.
      Tu reflexión, me parece francamente interesante, y a día de hoy, con la perspectiva que el paso del tiempo nos da, tengo que darte la razón en algunas cuestiones. En estos momentos, todos jugamos al tenis, o lanzamos la jabalina, o jugamos al golf, pero no jugamos al futbol, baloncesto o balonmano, esto es, solo jugamos por y para nosotros, como individuos, nunca en equipo. Pareciese que durante el confinamiento el tiempo que hemos tenido para pensar, lo hubiesemos invertido en pensar solo y exclusivamente en nosotros mismos. Puede ser ¡Una simple cuestión de supervivencia!. Creo que estamos luchando contra dos virus, uno el propio COVID-19 y el otro, la influencia negativa y constante de las informaciones que nos tratan de inocular a diario. Si no escuchásemos las noticias y nos centrásemos en trabajar y cuidar de nuestro entorno, todo iría mucho mejor. No voy a negar la existencia del virus, no la niego, estoy segura que está ahí y que está haciendo mucho daño, pero no me puedo creer que no haya al menos una buena noticia en el mundo cada día. Por cierto, no conviene olvidar que aunque no lo parezca sigue habiendo personas con problemas cardiacos, circulatorios, mentales, etc., en estos momentos, pareciese que esas dolencias hubieran desparecido de un plumazo ¿Qué ha sido del sentido común?. Me enerva comprobar cada día que el derrotismo, catastrofismo, negativismo, tristeza, etc. son las estrellas del 2020, no puedo por menos que rebelarme en contra de todo esto. La vida es maravillosa, ¿Quién dijo miedo?…

  3. Muy buena reflexión en estos tiempos de angustia.
    Me ha llamado la atención una frase: Hay que trabajar con esfuerzo, dedicación y pasión para logar dar forma a esos sueños que nos harán sin duda mejores personas. Yo personalmente creo que hay que trabajar con esfuerzo y dedicación, pero hay que vivir con pasión para dar forma a esos sueños que nos harán sin duda mejores personas. Osea trabajar es una cosa muy importante y vivir es otra más importante todavía. Esa es mi experiencia.

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