Todavía recuerdo mi primera vez teletrabajando, allá por 2007, y no la recuerdo precisamente con cariño. Fue todo un desastre de día: descubrí todas las distracciones con las que te puedes encontrar en una casa (muchísimas más que en una oficina) y el arma de doble filo que puede ser la flexibilidad horaria. Aun así, hubiese dado lo que fuera por poder repetirlo, cada día, sabía que con el tiempo me adaptaría a esa forma de trabajar. Pero solo me habían permitido trabajar desde casa un día puntual, el teletrabajo no era algo que en mi empresa estuviesen considerando.
Desde entonces he tenido la oportunidad de teletrabajar para diferentes empresas y clientes. Y como me imaginaba, aprendí a hacerlo productivamente (mucho más que en una oficina). Después de más de 8 años teletrabajando no lo cambiaría por nada y creo sinceramente que es el futuro. Por eso he escrito 33 Consejos para el TELETRABAJO, propiciado por las preguntas que mis amigos me hacían cuando comenzó el confinamiento y vivieron su primer vez teletrajando.
A empresas y, en algunos casos, también empleados, les ha costado dar el paso e instaurar el teletrabajo, hasta que nos les ha quedado más remedio. Y aun así, después de haberlo probado algunas compañías vuelven al trabajo en la oficina. No estaban preparadas, ni mental (cultural), ni organizativamente, para ello. Tampoco lo estaba yo el primer día que teletrabajé. Empresas y empleados debemos entender el trasfondo y lo que trae consigo el teletrabajo:
Acoge con entusiasmo el teletrabajo
Muchas empresas, empresarios y trabajadores creen que hay cosas que no se pueden hacer a distancia. Sin embargo, eso solo es un obstáculo interno. Casi todo, se puede hacer a distancia, desde luego mucho más de lo que pensamos. Quién nos iba a decir hace solo unos meses que sería posible asistir a una clase de yoga online, o a una degustación de quesos. Hoy hemos visto que es posible. Las circunstancias nos han arrastrado a descubrir que es posible, lo que nuestras mentes llenas de limitaciones no nos permitían ver.
En realidad, trabajamos en la oficina, pero ¿qué hacemos allí? Escribir emails, atender llamadas de teléfono, reuniones. Todo eso es “tele” excepto las reuniones y estás las podemos hacer fácilmente online. Llevamos años teletrabajando pero lo hacemos todos desde el mismo lugar, todos desde la misma oficina.
Sin embargo, el teletrabajo supone un cambio. No consiste simplemente en llevarnos el portátil a casa y empezar a trabajar desde allí. Hay muchos más aspectos implicados que se necesitan tener en cuenta y que debemos atender. A los que creen que en su empresa no se puede teletrabajar, les asusta el cambio. Es bueno ser conscientes de que es un cambio, no debemos ignorarlo. Pero en lugar de dejarnos asustar por él debemos aceptarlo y poner todas las medidas para facilitarlo.
El futuro será mejor para aquellas empresas que sean capaces de adaptarse más rápido a este cambio, para las que lo abracen y lo acojan con entusiasmo. No hacerlo significa quedarse anclados en el pasado.
Si todavía no estás convencido de ello, estas son algunas ventajas que aporta el teletrabajo: reducción de costes, posibilidades de acceder al mejor talento en cualquier lugar del mundo, libertada geográfica, mayor flexibilidad y satisfacción laboral de los empleados…
Mayor libertad = mayor responsabilidad
Existe la creencia en algunas empresas de que teletrabajando se trabajará menos. Desafortunadamente es una creencia bastante extendida que ha impedido a muchas organizaciones estar preparadas para el teletrabajo. Basan esta creencia en que si las personas no son supervisadas las 8 horas de su jornada laboral no trabajarán. Y lo cierto es que sucede lo contrario. El teletrabajo ha demostrado ser más eficiente que el trabajo en la oficina.
Gestionando un equipo remoto se necesitan personas responsables, pero, lo cierto es que, cuando se le da responsabilidad a las personas, estas la suelen tomar. Me explico, un líder siempre pendiente del trabajo que hace cada uno de los miembros de su equipo, controlando horas, tareas, forma de hacerlas, etc, genera trabajadores dependientes que necesitarán siempre la aprobación y control del líder. Sin embargo, un líder que da libertad a sus miembros promueve su responsabilidad y estos la suelen tomar y actuar de forma responsable.
La flexibilidad requiere mayor organización
Vemos el teletrabajo como una forma de trabajar más flexible, y lo es. Sin embargo, teletrabajar requiere más organización y estructura. Solo así es posible conseguir esa flexibilidad. Un ejemplo, es la comunicación. Cuando trabajamos todos bajo el mismo techo esta sucede de forma formal e informal. Mucha de esta comunicación surge porque estamos cerca y naturalmente hablamos con las personas que están a nuestro lado. Cuando comenzamos a teletrabajar debemos establecer canales de comunicación “formales” para que esta fluya de forma formal e informal.
Lo mismo sucede con nuestro día a día y la programación de nuestra agenda. Teletrabajando tenemos tanta flexibilidad y libertad horaria que podemos perdernos en ella. Cada persona deberá encontrar su horario, su rutina, su estructura… Solo de esa forma podrá aprovecharse al máximo de la flexibilidad que ofrece el teletrabajo.
Puede parecer contradictorio, pero no lo es. La organización, estructura y planificación, nos permitirá ser flexibles sin perdernos entre opciones y nuestra libertad horaria, recién estrenada.